
Entrevista a la investigadora Carlota Rodríguez
Carlota es profesional en el área de microbiología se dedica a la biología planctónica microbiana en donde encontramos organismos responsables del 90% de la respiración en el mar…
Nos acercamos a A Coruña para hablar con Carlota Rodríguez, investigadora del Instituto Español de Oceanografía. Con ella hablamos sobre su vida, de su trabajo y de su pasión por la mar y el surf.
Primero háblanos de ti y tu relación con la mar, ¿cuándo y cómo empezó?
Nací en A Coruña. Desde pequeña siempre me fascinó estar en la playa, sobre todo en invierno. Además, todos los veranos, pasaba un mes en un pueblo que está entre Blanes y Lloret de Mar con mi familia, con mis primos, y estábamos un mes en el agua. También veía siempre reportajes de National Geographic porque mi sueño era ir a la Antártida.

¿Cuándo empieza tu relación con el surf?
Hace un año y medio que mi madre falleció y cogí, por casualidades de la vida, la afición al surf. El padrino de mi hija pequeña me animó a subirme a una tabla y cuando subí algo cambió en mí. Y ahora tengo una necesidad imperiosa de ir al agua cada vez que puedo porque es como una terapia. Es algo que intento explicar a todo el mundo porque estás en un medio hostil donde tienes que estar alerta física y psicológicamente y durante esa hora y media no piensas en otra cosa. Yo llego allí y, lo haga bien o mal, salgo nueva. La mar es como mi pila, mi energía.
Y al final te hiciste científica marina, ¿cuáles fueron tus referentes e inspiraciones?
Me encantaría decir que desde pequeña lo tuve todo claro. Que tenía una meta y luché hasta conseguirla. Pero yo creo que la vida me fue viniendo un poco por azar o por destino, no sé cómo llamarlo. Una vez que llegué aquí al trabajo, mis referentes realmente fueron mis compañeras. Yo llegué con 20 años y me quedaba ojiplática cuando me contaban todas sus historias de embarques, de campañas, de experiencias… Me daban consejos y yo decía “madre mía, me encantaría ir a todos esos sitios”. Me ayudaron muchísimo. Y claro, al final aquí somos como una gran familia porque compartimos mucho. Es un trabajo muy intenso, sobre todo cuando embarcamos.
¿Cuál es tu puesto, labor y campo de investigación en el IEO?
El área de medio marino es un área multidisciplinar donde hay departamento de física, química, biología y geología. Yo estoy en el área de microbiología y nos dedicamos a la biología planctónica microbiana. Básicamente lo que hago es la recogida de muestras en puntos fijos de la costa ártabra en radiales que hacemos semanales y mensuales. También hacemos un radial anual en un punto que empieza en Finisterre, perpendicular a la costa, más allá de la plataforma gallega. Ahí vamos haciendo muestreos y recogiendo agua de mar a diferentes profundidades y obteniendo así la columna de agua muestreada entera.
Yo me dedico al DNA ahora mismo. Muestreo abundancia, diversidad y biomasa de los organismos más pequeños, los microbios, que son los responsables del 90% de la respiración en el mar y también juegan un papel fundamental en el clima, ya que ellos son capaces de absorber el CO 2 que absorbe el océano, y transformarlo en carbono orgánico que luego se deposita en el fondo marino. Así que los estudios sobre esto son fundamentales, son el inicio de la cadena trófica del mar.

¿Cómo es trabajar en el espacio que amas? ¿Y salir en las campañas de los buques oceanográficos?
El proceso de elaboración de una campaña es tedioso porque para una campaña de 10 días estamos, por ejemplo, día y medio preparando, haciendo pedidos de material… Llevamos el material al barco. Y todas las cosas que llevamos son material de respeto, si se nos rompe allí no podemos comprar nada, estás a 3 días de tierra. Es un trabajo duro porque las condiciones del mar a veces se ponen peliagudas. Pero luego estás con lo que se ha convertido en una gran familia, porque no tienes a nadie más allí. Acabas contando tantas cosas y es tan gratificante que compensa todo lo demás con creces.